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Los sinsontes pequeñitos dijeron: No, papá, no podemos cantar.
—Oh sí, mis sinsontes pequeñitos.
Mirad todas las flores bonitas.
Mirad este árbol bonito.
Entonces querréis cantar.
Yo cantaré do-mi-sol-do.
Cantadlo para mí ahora.
Un sinsonte pequeño lo cantó.
¡Oh, bonitos sinsontes pequeñitos!
Yo espero que todos cantaréis pronto.
No os vayáis, pequeños sinsontes.
Me gusta teneros aquí.
Os daré de comer.
Os quiero, sinsontes pequeñitos.
Cantad para mí.