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R U B E N D A R I O
Dios permitiera que yo algún día
llegara a costas que bellas son,
por sus historias, su melodía,
sus entusiasmos y su Colón.
* * *
¡Oh República Dominicana!
Tú que debieras estar,
como una Virgen en su altar,
en toda patria americana;
Tú, que eres la sublime hermana
que nos dió nuestro despertar,
mereces la voz soberana:
¡Toda la tierra y todo el mar!
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