los producen. Naturalistas llaman hoy, y cediendo á la costumbre puede que yo también los haya llamado así, á los Goncourt, á Zola, á Daudet, á Maupassant, etc. y mirad cuánto se distinguen entre sí. Anima á todos ellos una idea más moderna de su arte, entonan con bríos y hacen oir de toda la tierra su marsellesa experimental; pero la propia personalidad los salva de la copia grotesca. Y, cuando vengan los tiempos y pasen todos los vecingleríos de escuelas y se haga la justicia relativa que la admiración de los pueblos puede discernir á los grandes espíritus, esos nombres no resplandecerán con el dictado de naturalistas, sino con el de creadores de belleza en los dominios que Víctor Hugo llamó la región de los iguales.
Aquí también hemos tenido épocas que se clasifican por escuelas,—vanidad de cosas vanas!—1º Clasicismo: desde los primeros rascatripas de la época colonial hasta don Juan Cruz Varela que no tenía corrección fría ni inspiración caliente, pues era tan solo un eco de Rivadavia y una tribuna pedagógica, cosas que no son las que constituyen la gloria de un poeta. Hago aquí una salvedad para el