de un modo mayor y mejor ha sido cultivado entre nosotros. Pero entiéndase bien que se trata de la poesía artísticamente cultivada, pues la poesía popular, salvo uno que otro cantar piadosamente guardado de oído en oído y recogido de labios de los payadores, de los gauchos cantores de la pampa, no ha tenido importancia entre nosotros, no guardándose sino algo de menor cuantía del mismo Santos Vega, el payador de más larga fama que haya triunfado en los campos argentinos. El caso es de explicación sencilla: somos derivación de pueblos que han tenido su gran arte y su gran literatura al engendrarnos, ó antes, y somos de formación especial, aunque de independencia relativamente reciente. No tenemos ni tendremos epopeya y nuestra poesía tradicional, nunca, salvo grandes transformaciones sociales y políticas, podrá ser como la de los pueblos europeos, á pesar de que es tan rara la marcha de las sociedades humanas, que todo puede esperarse de ella. Pero, no es esta la cuestión: conforme se van acentuando nuestros caracteres distintivos de pueblo, la poesía se hace más intensamente argentina y la evolución del pensamiento, en torno de la
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