Página:Literatura policial en la Argentina. Waleis, Borges, Saer.djvu/11

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moderno luego de más de un siglo de anarquía social. La clase dirigente positivista había tomado en sus manos los destinos del país y se proponía integrarlo al mundo moderno, tomando como modelo a Europa y a Francia en particular. El reconoci- miento de la figura política del policía podría interpretarse, entonces, como una "declaración de confianza" en el Estado y en sus instituciones. Sin embargo, nada es perfecto y el Estado, la Justicia, pueden cometer innumerables errores jurídicos. En la vida real, en el alegato de defensa deun detenido, el abogado Luis V. Varela, después de realizar un profundo y minucioso análisis de las circunstancias del crimen, que le permiten probarla inocencia de su cliente, afirma: Quizá por razones históricas: hacia 1870 Argentina se afirma como Estado Ella no mira, en nuestros tiempos, en la pena otra cosa que la espiación (sic) de un delito y la prevención de otros por medio del ejemplo". La justicia humana ha buscado regir la sociedad, dañándola lo menos posible. puesto que, luego de un juicio injusto, pasó dos años en la cárcel. Su comporta- miento ejemplar, su conocimiento del medio carcelario y delos delincuentes, su inteligencia preclara, sus amistades también, le permiten ingresar a la policía y subir todos los peldaños de la carrera. En la primera novela, L’Archiduc es un hombre que ya ha superado la cincuentena y que conoce todos los vericuetos de su profesión. En Clemencia, en cambio, asistimos en la segunda parte a una vuelta atrás de un cuarto de siglo, para descubrir la primera investigación del comisario, en 1853. Este curioso salto atrás, poco frecuente en el género, "humaniza” a su personaje al inscribirlo en una temporalidad a la manera de Maigret. L’Archiduc encarna el modelo tipológico del héroe positivista. Para llevar adelante su investigación, muestra una metodología rigurosa y lógica, comparable a la de Dupin, Rouletabille o Holmes, y que se fundamenta en la observación y el análisis: cada delito es para él “un problema de álgebra". Su actitud en el lugar del delito sorprende a jueces y policías: "ve" lo que otros pasan por alto y no vacila en acostarse en el suelo o arrodillarse (como Rouletabille o Holmes) para estudiar todos los detalles; no duda tampoco en disfrazarse de agente de policía o en usar ropa civil para mezclarse ala multitud y captar cualquier indiscreción’. Su lógica 11 En la novela, el comisario creado por Waleis constituye el mejor ejemplo,