cuento digno de ese nombre contiene, aun si lo tiene-escondido, aparte, un punto tal de retorno que abre todo un itinerario ¡nsospechadoa lawoiuntad de explicar.” Elï cuento, a partir de cierto momento, se pone a-vivir al revés de-sí mismo: todo al género policial) a pesar de que su ejemplo es una imaginaria novela policial (y no un cuento). Estas observaciones, de todos modos, ya habían sido formuladas antes con respecto al género policial: "The surprise with which a detective novel concludes", escribía Ross Macdonald en un ensayo de 1964, "should set up tragic vibrations which run backward the entire estructureï” La literatura policial ha sido comparada muchas veces con la adivinanza; al menos desde el clásico estudio de André Jolles de 1930, Formes simples, se han extraido inferencias interesantes de esta analogía. Donna Bennett observa que una vez que se ha entregado al destinatario de una adivinanza la respuesta, esta solución le permite descubrir la verdadera naturaleza de la pregunta.“ Poe, en 184i, lo expresa con términos muy similares en una de sus reseñas a Barnaby Rudge: ”Basta para el lo releer Barnaby Rudge; con la pre-comprensión del misterio, los puntos de que hablamos [Poe se refiere a las principales articulaciones de la construcción de la novela] surgen en todas direcciones como estrellas, arrojando un cuádruple resplandor sobre el relato"? La relectura de un texto policial descubre al lector una, gran cantidad de información nueva y esa información es de carácter técnico: lo qhe el policial exhibe ante sus relectores son los mecanismos de su construcción. El final de un relato policial ofrece asi dos tipos de revelaciones (la revelación de un crimen y la revelación de los procedimientos del género), y estas dos revelaciones interesan de un modo diferente a diferentes tipos de lectores. Quizá ningún otro tipo de texto se transforme tanto, en la relectura, como un texto policial. En el caso del género policial, quienes niegan la relectura tienen ai menos razón al sostener que una forma de leer se agota enteramente al terminar la primera lectura. inversamente, lo que se lee en la relectura no puede ser leído sin-elconocimiento del final del texto. En la relectura, un texto policial es otro texto -y se comprende entonces que para muchos lectores la relectura resulte “imposible”, es decir, completamente indesea- ble: estos segundos textos son tan diferentes que, de algún modo, no pertenecen 32 Por alguna oscura razón Macherey atribuye sus observaciones al cuento (y no
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