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| verás como el sol te presta | |
| su encanto, desde la cresta | |
| del montecillo azulado. | |
| Sus benéficos fulgores, | |
| Vicente, á recibir vamos. | |
(Vicente se niega.)
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| Los niños necesitamos | |
| mucho sol, como las flores. | |
| Lo dice así el director; | |
| no desoigas su consejo. | |
(Cojiendo á Vicente de la mano y señalándole el fondo.)
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| Mira el sol con su reflejo | |
| cómo dá vida á la flor. | |
(Haciéndole prestar atención.)
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| ¿Oyes cantar la avecilla? | |
| —Hoy, al toque de oración, | |
| tendremos una función | |
| religiosa en la capilla. | |
| Mi abuelita, muy gozosa | |
| y haciéndome muchos mimos, | |
| me dice cuando asistimos | |
| á una función religiosa: | |
| —«De Dios la voz soberana | |
| se oye en toda su grandeza, | |
| al contestar al que reza | |
| el órgano y la campana.»— | |
| Ven. Esperándote tienes | |
(Mirando hácia el jardín.)
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| á Diego, á Faustino, á Eloy... | |
| Vicente. | Ya te he dicho que no voy. |
| Pablo. | Y ¿por qué razón no vienes? |
| Vicente. | Con Faustino no es prudente |
| que yo tenga el menor roce. | |
(Con petulancia marcada.)
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| Ya ves papá si conoce | |
| el mundo perfectamente. |