Página:Lombroso El alma de-la mujer.djvu/113

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

ravilla de arte que el fazendero compró en Europa y os la muestra con orgullo, diciéndoos que es su paño de lágrimas.

La mujer no se lleva cuadros de Europa, ni procura ani- mar su soledad con debates intelectuales; si es sola en el mun- do, ni siquiera se interesa por la moda. La mujer reconcen- tra su inteligencia entera al fin de crear vida a su alrededor, a conservar la que existe y acrecentar su utilidad, prolongar su duración y realzar su belleza. La verdadera pasión de la mujer es la vida que palpita y tiembla, que goza y padece. La belleza con que disfruta es la hermosura de los seres vi- vos que la rodean; el arte a que con pasión se consagra es el de embellecer cuanto la circunda, de vestirse bien ella y tener bien y como es debido a sus hijos y la casa. El hom- bre gusta de decorar las paredes de su habitación con cuadros históricos y paisajes célebres..., la mujer prefiere su retrato, el de su esposo y los de sus hijos.

Experimenta la mujer un goce íntimo, una satisfacción mucho más grande, cuando contribuye a salvar a una cria- tura de la muerte que cuando logra resolver un problema del más alto valor científico.

Ante la preocupación por cuanto vive, resultan áridos y estériles para ella los fines abstractos de la ciencia, la po- lítica y el arte. Las mujeres que han dado a la historia tan- tos mártires de la fe, el amor, la abnegación y la piedad, no han dado de sí ni un solo mártir del arte o de la cien- cia. La mujer que tiene el escrúpulo de la sinceridad, cuando se trata de sentimientos íntimos y que se dejaría encarcelar y hasta torturar antes que renegar de su amor, no comprende la tenacidad de Galileo que pone en peligro su vida por sos- tener que la tíerra se mueve.

Entre todas las familias que durante la Edad Media tra- bajaron de padres a hijos en la delimitación de los meridia- nos no se encuentra ni una sola mujer.

Isabel Browning, en un curioso paso sobre la ciencia, escribe que la ciencia es utilidad. La ciencia, no obstante, es, en el fondo. lo contrario de la utilidad; es una abstracción nacida del afán de abstracción, que ha inducido a los hom- bres más inteligentes a fijar la escrutadora mirada en todos los fenómenos, a fin de descubrir sus reglas generales. Sólo que siendo los seres vivos y concretos la única pasión de la