Página:Lombroso El alma de-la mujer.djvu/130

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Otra ventaja que el proceder por intuición tiene para la mujer, es el de permitirle obrar rápidamente, ocuparse a un tiempo mismo en las cosas más heterogéneas y cambiar de propósito sin demasiada molestia. El razonamiento requiere concentración para discutir el pro y el contra del acto que se quiere realizar y tierapo además para llevarla a cabo. El hombre que es lógico y razonador, tarda tiempo en deci- dirse; no quiere que le distraigan mientras está deliberando acerca de la resolución que ha de adoptar, y luego que ya la adoptó, resístese a cambiarla; por último, cuando se ocu- pa en una cosa, no quiere ni puede ocuparse en otra. La mu- jer, por“el contrario, pasa con la mayor facilidad de uno a otro estudio, de una a otra tarea, y en cuanto una decisión se acredita de poco hacedera, ya está tomando otra con la mayor indiferencia. Obsérvese que estas posibilidades son in- finitamente más útiles a la mujer para las acostumbradas aplicaciones de su inteligencia de cuanto pudieran serlo la perfección, la técnica. La familia viene a ser, en cierto modo, como el agua del río, que siempre es la misma y; sin embar- go, cambia a cada instante. Crecen los nenes, aumenta o dis- minuye el caudal, varían los tiempos y los precios de los ar- tículos, y cambian también los gustos de los familiares. Es preciso resolver en un día mil cosas diferentes, y obrar con rapidez en mil campos diversos. Pues bien, nuestra agilidad mental nos permite resolver problemas siempre nuevos y siempre cambiantes con mucho más acierto que un hombre. Y efectivamente: los criados resultan en una casa menos útiles y menos utilizables que las criadas, precisamente porque sólo las mujeres son bonnes a tout faire.

Por lo demás, los hombres que se encontrarían harto desorientados si hubiesen de andar cambiando de profesión cada día y 2 cada hora, cual les ocurre a las mujeres, se han especializado, por instinto. El uno hace de médico, el otro de abogado, y para subdividir más todavía sus quehaceres, el uno se dedica a la boca, el otro a los oídos, y «así sucesi- vamente. La mujer, en cambio, lo hace todo en la casa. y hasta si es preciso, hace de médico y de abogado.