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EL ALMA DE LA MUJER 215
propende. La armonía duradera sólo puede engendrarse de la leal aceptación de la verdad.
La conclusión a que vengo a parar es antigua, mejor di- cho, anticuada, pensará alguno; pero el problema es tam- bién antiguo y me parece ingenua petulancia la nuestra al em- peñarnos en resolverlo sin haber cuenta de los esfuerzos de las infinitas generaciones que nos han precedido y de sus ex- periencias. -
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