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— 124 — AMOR DE ABUELO
— Dime, abuelito: ¿no es verdad que es triste llegar a la vejez,
y tener el cabello blanco, blanco y arrugada la tez?
— No es tan triste, alma mía, para el hombre que su deber cumplió,
pues sabe que después de mil afanes el descanso ganó.
— Pero al menos verás con mucha pena
el tiempo que se fué,
y si pudieras ser de nuevo niño ¿no lo quisieras ser?
— La paz de la conciencia da a mi vida su vigor juvenil,
y no quiero ser niño, mi tesoro, por no perderte a ti.