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LA CONCIENCIA
(Interpretación de cuatro cuadros)
— Tengo miedo, Chichi. Si mamá nota que fal- tan manzanas nos castigará. -
— No se notará nada. ¡Hay tantas! Mira ésta ¡qué coloradita! Comamos una solamente.
— ¡Quisiera comerlas todas! ¡Son tan ricas!...
— Toma otra, nena, hay muchas; no lo notarán.
— ¿Es dulce la tuya? Chichi.
—Como el azúcar; ¿y la tuya?
— La mía está agria. No quiero más manzanas; tengo miedo. ¡Ay! ¡si viene mamá!
—Pero si no viene, tonta; ¿por qué lloras? ¿No ves? Nadie viene. Estamos solos.
— ¿Solos? dices. Yo veo alguien allí, ¿quién es? ¡Ah! Chichi, debe ser la conciencia. Me acuerdo del cuento que nos contó abuelita y que acababa así: Los niños que hacen algo malo no saben que siempre los ve la conciencia.
— Sí, yo también creo que la veo. ¡Ay! nena. Mi manzana se ha puesto agria.
— Debe ser la conciencia quien las echó a perder.
¿4% La conciencia es a la vez testigo, fiscal y juez.