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un día he olvidado venir a verte trayéndote alpiste, lechuga y agua para que bebieras y te bañaras. Tú, en cambio, has pagado mis cuidados con tu ca- riño; porque no hay duda de que me quieres; la prueba es que no bien me ves, bates las alitas y me saludas con tus chirridos.
Pero ha llegado el momento de separarnos. ¿Sa- bes qué día es hoy? Es el día de los pájaros, es decir, tu día y el de tus hermanos. Hoy en la escuela hemos conversado 'ergamente y nos hemos com- prometido a ser siempre buenos con ustedes, impi- diendo, cuando podamos, que les hagan daño.
Mientras los demás niños hablaban yo pensaba, ¿sabes en qué? Pensaba en tí y me decía: «Hoy es el día de los pájaros. ¿Qué mejor ocasión para dar libertad al pobre gorrioncito que tengo prisionero? Ya está sano, ya no necesita mis cuidados. »
Vete, querido; vuela libremente por los campos. Llévales mis recuerdos cariñosos a tus hermanitos, y de vez en cuando ven a visitarme. ¡Adiós! Ya no Horo. ¿Ves? Merío. ¡Adiós! ¡Adiós!
4% El alma delicada y generosa halla siempre ocasión de ser piadosa.
