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loma. El agua de las lluvias las moja apenas y lue- go baja por las laderas al valle para engrosar el río. Juan. — Yo también vi un río en el Rosario. Era muy ancho; tanto que casi no se veía la otra orilla. Sta. Raquel. — Es que tú has visto nada menos que el río Paraná, uno de los mayores del mundo. Ese río no sólo lo forman las lluvias sino tam-
Deshielo en la Cordillera de los Andes.
bién las nieves que cubren las montañas y que, derretidas por el sol, bajan al valle.
Guillermina. — El Rosario es un gran puerto, ¿no es cierto?
Juan. —Sí; nosotros íbamos a ver los buques que llevaban pasajeros y mercaderías.
Sta. Raquel. — Ese beneficio prestan los grandes