Página:Lopez La seniorita Raquel.djvu/64

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Próximo ya, oyó que la mujer decía:

«Caminante, yo soy el hada buena, el hada pura. Bajé de las nubes en un ardiente día de verano.

«Vagando de un lado a otro vi una abertura en la tierra y me escurrí por ella. Anduve mucho tiempo. Las capas del suelo abrían sus poros para dejarme bajar; y yo pasaba de una a otra sin en- contrar albergue de mi agrado.

«Al fin di con una roca que me cerró el paso; su suelo me pareció un poco duro, pero su frescura era tan deliciosa, que rusolví quedarme en aquel sitio. Desde entonces vivo allí.

«Vengo desde el seno de la tierra, a traerte un consuelo.

«Soy un hada; no extrañes, pues, que haya adivinado la causa de tu mal: estás sediento.

«Acércate a mí: soy el hada pura, amiga de los caminantes y consuelo de los sedientos. »

El pobre viajero creía soñar, y, sin darse cuenta, fuése aproximando lentamente al hada, que conti- nuaba agitándose entre sus velos.

Llegó a su lado, abrió los ojos, y... ¡oh sorpresa deliciosa! Era una fuente de agua cristalina, de esas que brotan entre las áridas rocas, donde menos espera encontrarla el viajero.