_—B= Sin embargo, un poco de arcilla conviene a los terrenos; si fueran puramente arenosos, las plantas no podrían arraj- gar y mantenerse derechas, pues la arena es en extremo movediza; además, debido a la porosidad de ésta, el agua de riego se escurre rápidamente hacia el fondo y por lo tanto las pobres raíces recibirían poco alimento.
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Las altas cumbres de los Andes son generalmente de piedra desnuda.
La mezcla de los tres elementos: arena, arcilla y materias orgánicas en descomposición, en proporciones convenien- tes, da la tierra apropiada para el cultivo, y cuanto mejor distribuídos están esos elementos tanto más rica es. Pero conviene no olvidar que hay plantas que requieren suelos en los que predomine la arena o la arcilla.
Esas variedades de tierras se presentan ya aisladas, ya diferentemente combinadas en las distintas regiones de