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NUESTRA PATRIA EN LOS MARES

Si siempre causa profundo sen- timiento de alegría ver flamear la bandera patria, no hay pala- bras que expresen el gozo in- menso que se siente al verla surgir de improviso en el mar, izada en el mástil de un buque: experiméntase algo así como si se viera aproximar el suelo natal y los seres amados que quedaron en él. , Todo buque es algo así co- Almirante Guillermo Brown, erea- MO un pedazo de la respectiva

dor de la escuadra argentina: — patria que a cualquier puerto a que arribe parece transmitirle con su sola presencia un mudo mensaje de confraternidad que dice: «Vengo de muy lejos, enviado por seres que me son muy queridos y que aunque no viven bajo vuestro mismo cielo os con- sideran hermanos, os aman y Os envían amistosas me- morias y presentes.»

Nada más bello que ver reunidos al azar en un mismo puerto, buques de distintos países ostentando sus respecti- vas banderas, que se agitan cual si ansiaran volar las unas hacia las otras.

A semejanza de los demás países, el nuestro posee ma- rina mercante, es decir, la que se ocupa de traer y llevar pasajeros y mercaderías, y marina de guerra, llamada