— 221 — ciendo el río Paraná en el Brasil venga hacia nuestro terri- torio. Me gusta la pregunta y voy a contestársela.
Dime, Ramón, ¿te has fijado en lo que ocurre cuando, lavando la escalera de tu casa, se vuelca el balde de agua en el escalón más alto? Corre hacia abajo, es claro, y sólo en muy pequeña cantidad se extiende por el vestíbulo.
Pues bien, el territorio del Brasil es más alto que el de la Argentina; por eso las aguas del deshielo corren hacia la parte más baja, y, no pudiendo pasar por so- bre las eminencias, tuercen su curso costeando el pie de ellas.
Si con un pedazo de hule o tela encerada imitan ustedes sobre la mesa un terreno quebrado y en la cima de la figu- rada montaña echan agua, verán que el líquido no corre, por lo general, en línea recta hasta la parte más baja, sino que tuerce ora a derecha, ora a izquierda, cuando se inter- pone a su paso alguna eminencia. Observen ahora en un mapa el curso del Paraná y notarán que cambia muchas veces de dirección: después de recorrer la parte sudeste del Brasil y separar a este país del Paraguay, costea el pintoresco territorio de Misiones y, describiendo curvas unas veces hacia el este y otras hacia el oeste, limita su- cesivamente la provincia de Corrientes, el territorio del Chaco, y las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Bue- nos Aires.
Todo el trayecto por donde corre el gran río es como una inmensa zanja, cuya profundidad puede suponerse con sólo pensar que lo surcan vapores y buques que llevan o traen productos y pasajeros a los pueblos y ciudades situados en
