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— 236 — tas y especialmente los cereales, como lo comprueban los millones de hectáreas que de ellos se siembra todos los años.

Las gramíneas y pastos crecen espontáneamente, y se cultiva con gran provecho la alfalfa y demás plantas forrajeras, de manera que las estancias para la cría de ganado abundan en tod: la región.


Sólo de trecho en trecho se encuentra vegetación en la Cordillera.

Las islas del Delta del Paraná son famosas por la abun- dancia de frutales, sobre todo durazneros, membrillos y manzanos; a orillas de los ríos abundan los álamos y sau- ces que tanto hermosean el paisaje y con cuya madera, poco consistente para la carpintería, se fabrica carbón vege- tal. El mimbre y la tolora son también plantas propias de los terrenos anegadizos; del primero se ha hecho ya una industria cortándolo y preparándolo para la cestería; la se- gunda es muy empleada para cubrir los techos de las vi- viendas campestres. El ñandubay, empleado para leña,