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pe 24-— NUESTROS ABUELOS PATRIOS

Seguramente en los hogares de ustedes se recordará a menudo con cariño la memoria de los abuelos o tatarabue- los, es decir de los antepasados que crearon y dieron nom- bre a la respectiva familia. Como ustedes son niños, es muy natural que no hayan conocido a sus antepasados, pero sin duda sabrán particularidades de ellos y habrán visto en sus casas fotografías o cuadros que los representan y que, aunque desteñidos por el tiempo, son de gran va- lor para ustedes, así como las anécdotas que de la vida de esos antepasados les relatan sus papás. ¿Por qué? Porque esas venerables personas vienen a ser los padres o abuelos de los de ustedes, de aquéllos que — si aún tie- nen esa dicha — les rodean con su amor y sus cuidados.

Las naciones, como los individuos, tienen también sus antepasados, fundadores de la nacionalidad, unos más pró- ximos, otros más remotos, tanto que de muchos de éstos apenas se conoce el nombre; pero no importa, se les recuer- da asimismo y se les tributa igual respeto y cariño. Por consiguiente, como miembros de la familia argentina, tene- mos también padres y abuelos fundadores de ella.

De los primeros les hablaré después; por el momento deseo hacerles coriocer los segundos, en homenaje a su mayor ancianidad.

Nuestros abuelos patrios no fueron unos cuantos indivi- duos, como ocurre en las familias, sino muchísimos, toda una nación: España.

Cuando la Argentina no figuraba aún en el mapa, senci-