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— 328 — remonias. — Te quiero porque eres bueno conmigo. Y tú, ¿por qué me quieres?

— Porque eres chiquita —le contestó el buen doctor.

— Entonces — continuó la niña, — quédate conmigo; por- que si te vas el médico querrá curarme la garganta, y me duele cuando me la curan, ¿sabes?

— Pero, ¿tienes tú algo en la garganta? — preguntó su amigo, fingiendo asombro.

— Creo que sí — respondió Chichí; — mira.

Y al decir esto abrió la boca haciendo un gran esfuerzo para que resultara grande, y el doc- tor pudo examinar a su gusto la garganta de la niña, sin que ésta opusiera la menor resis- tencia.

— ¡Oh! no es nada — díjole al terminar. — Dentro de tres días estarás curada si eres jui- ciosa y tomas la bebida que te dará la enfermera.

Chichí sacudió afirmativamente la cabeza y preguntó con la mayor seriedad:

— ¿Podré darle un poco a la muñeca?

— ¡Cómo no! — repuso el médico. — Así no habrá pe- ligro que se enferme mientras la mamá sana.

Momento después, el doctor se despedía de su ami- guita, quien, acariciándole la barba gris, le dijo cariñosa:

— Pero vuelve pronto, ¿eh? Vuelve.



Doctor Ricardo Gutiérrez.