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los criollos se convirtieron en ciudadanos argentinos; pues, como ustedes no deben ignorar, para que un país adquiera el título de nación es necesario que sea libre y lo gobiernen sus propios hijos.
Tan glorioso hecho obligará para siempre la gratitud de las generaciones argentinas hacia sus autores, y de ahí que, haciendo acto de justicia, llamemos padres de la patria a todos los que con su pensamiento o su consejo concurrie- ron al nacimiento de nuestra nación, y patriolas a todos los que con su esfuerzo moral o material cooperaron a él. Esto explica por qué celebramos con tanto júbilo el 25 de mayo de cada año y experimentamos la más viva alegría en proclamarnos hijos de tan dignos padres.
Naturalmente, disgustó mucho a los españoles la actitud de los criollos y quisieron obligarlos a cambiar de propó- sito, haciéndoles la guerra durante muchos años.
Hecha la declaración del 25 de mayo de 1810, Cisneros, último gobernante español, quedó separado de su cargo y regresó a España, ocupando su lugar la Primera Junta de gobierno.
El primer cuidado de la Junta fué hacer conocer a las demás ciudades la resolución tomada por los criollos de Buenos Aires, y con tal fin se despacharon varias expedi- ciones militares al mando de jefes distinguidos, como el general Belgrano, con la misión de acudir en auxilio de los pueblos del interior que quisieran independizarse a ejemplo de Buenos Aires.
Contra estas fuerzas enviaron las suyas los españoles, y con tal motivo fué necesario derramar sangre, lo que si es
