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Cayo Cornelio Tácito.

neca; el uno con su mano cortada y el otro con su lengua de maestro de escuela pretender el gobierno del género humano.» Alzaba tras estas palabras las manos al cielo, añadiendo injurias, invocando al ya consagrado Claudio á las almas infernales de los Silanos, y tantas otras maldades que no le habían sido de provecho.

Turbado por estas cosas Nerón y acercándose el día en que Británico cumplía los catorce años de su edad, comenzó á considerar entre sí mismo, unas veces el ímpetu violento de su madre, otras el gentil natural y amable condición del mozo, habiendo poco antes experimentado en cierta ocasión la gran parte que tenía en la gratitud y amor del pueblo. Fué el caso que en los días de las fiestas de Saturno, entre los otros juegos en que se recreaban los de aquella edad, sacando por suerte el oficio de rey y tocándole á Nerón, mandó á los otros diversas cosas capaces de poderse hacer sin vergüenza. Llegado á mandar á Británico, le ordenó que, levantado en pie y en medio de todos, comenzase á cantar alguna cosa, creyendo que, no acostumbrado á saberse gobernar entre personas sobrias, cuanto y más entre borrachos, había de dar ocasión á que se burlasen de él; mas Británico, con generoso atrevimiento, comenzó á cantar unos versos (1), en que vino á significar como había sido echado de la suma grandeza y de la silla de su padre; cosa de que nació una general compasión, tanto más á la descubierta cuanto la noche y la licencia de los juegos había quitado la obligación de disimular. Nerón, pues, (1) Se cree que fueron los siguientes de la Andrómaoa de Ennio, citados por Cicerón, Tuscul., 111, 19.

O pater, o patria, o Priami domus, Septum altisono cardini templum!

Vidi ego te, abstante ope barbarica, Tectis cælatis, laqueatis, Auro, obere instructam regifice: Hæc omnia vi vidi inflamari, Priamo vi vitam avitari, Joves aram sanguine turpari.