Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo I (1890).pdf/133

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
115
Los anales.—Libro II.

como decía, los conciertos, preparó un banquete, en el cual, pasada buena parte de la noche bebiendo y en otros regocijos, acometió al incauto Coti y le puso en cadenas. Coti, visto el engaño, no cesaba de invocar las cosas sagradas del reino, los dioses de la común familia y las mesas del hospedaje. Apoderado así de toda la Tracia el falso tio, escribe á Tiberio que había prevenido á las asechanzas que su sobrino le aparejaba, y juntamente, so color de mover guerra á los Bastarnos y á los Escitas, se refuerza de nuevas levas de infantes y caballos.

Respondióle Tiberio con gran blandura, que no habiendo engaño, podía confiar en su inocencia; mas que ni él ni el senado debían dar tuerto ó derecho á ninguna de las partes sin conocimiento de causa; que entregase primero á Coti y después viniese á Roma, con que acabaría de quitar toda sospecha. Envió á Tracia estas cartas Latino Pando, vicepretor de Mesia, con los soldados á quien había de ser consignado Coti. Mas Rescuporis, suspenso algún tanto entre el temor y la ira, escogió antes hacerse reo de haber puesto esta maldad en ejecución, que de haberla querido ejecutar; y haciendo matar á Coti, finge y echa fama que se había muerto él mismo de su voluntad. No dejó por esto Tiberio el uso de sus caros artificios; mas muerto Pando, á quien Rescuporis tenía por declarado enemigo, envió por gobernador de Mesia á Pomponio Flaco, soldado viejo de aquella milicia, y que por tener estrecha amistad con el Reysería tanto más apto para engañarle.

Pasado á Tracia Flaco con mil promesas que hizo al Rey, aunque ya sospechoso y no ignorante de sus maldades, le persuade á entrar en los presidios romanos, donde, so color de honrarle como á rey, fué rodeado de buen número de gente, y entre ellos centuriones y os, amonestándole y persuadiéndole; y cuanto más se alejaba de su tierra, con guardia más descubierta: finalmente, conociendo su necesidad, hubo de ser llevado á Roma. Allí, acusado en el