Página:Los Césares de la Patagonia.pdf/57

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llera hacia la mar del Norte, se habían tomado indios que decían por nueva cierta que habían venido cristianos en demanda de los cristianos de Chile, pero que la muchedumbre de indios que se les había opuesto no los habla dejado pasar, y tuvieron que volverse dejando señales de cruces en los árboles y hasta una carta en una olla al pie de un árbol, que los que pasaron la cordillera hallaron después.

Agregaba Espinosa que en tiempos del Gobernador Rodrigo de Quiroga había oído en casa de Alonso de Escobar, en Santiago de Chile, que algunos de sus indios puelches referían que los misteriosos españoles residían en medio de dos brazos que hacía un río, que traían espadas de metal y perros bravos y tenían muchos hijos y obedecían á un español ya muy de días, á quien llevaban en andas y se llamaba Juan de Quirós. Por aquel mismo tiempo Espinosa fué al Perú y conoció allí á un tal Juan Enríquez, que había pertenecido á la armada del Obispo de Placencía y había llegado á la ciudad de los Reyes por ser del barco de esa armada que llegó á Quilca, y éste le confirmó como era verdad lo que se decía en Chile acerca de aquel fulano Quirós, porque había sido su Capitán y se había quedado en aquella tierra; que dos de los navíos del