He nacido en la biblioteca de la quinta; dijo la segunda ratita. Se diria que un sortilegio pesa sobre
nuestra familia: casi ninguna de nosotras tiene la felicidad de penetrar hasta el comedor ó la despensa, objeto de nuestros deseos. Es hoy la primera vez que en esta cocina entro; sin embargo, no estoy desorientada, pues durante mi viaje he frecuentado varios de estos deliciosos lugares.
En la famosa biblioteca que fué mi cuna, tuvimos que sufrir el hambre á menudo; pero adquirimos una notable instruccion y váyase lo uno por lo otro. La noticia del certámen abierto por órden del rey para el descubrimiento de la receta de los asadores en sopa, llegó basta nosotras. Mi abuela recordó haber oído leer un dia, á uno de los bibliotecarios, este pasaje en una obra voluminosa: « El poeta es un mago; puede hacer una sopa sólo con poseer un asa-