apetitoso del papel; á fuerza de ser leidos por amos y criados, el papel tenía un dedo de grasa, excelente rebanada para el paladar de una rata.
Ataqué uno y luego otro y comencé á sentir singulares retortijones de pecho, si la frase es admisible; devoré otro y fuí poetisa, á no dudarlo. Tenía dolores de cabeza, dolores de estómago, dolores en todas partes; me poseía una agitación incesante.
Y ahora, ¿cómo hacer la sopa de asadores? Mi imaginacion me suministra muchas situaciones, historias, anécdotas y proverbios en que figura un asador. No hay nada más divertido. y es mucho mejor que una sopa que se come en realidad.
Así, voy á comenzar por narrar a Vuestra Majestad el cuento en que, con un asador magnético, la buena hada trasformó á la Cenicienta y todos los objetos de la cocina; mañana contaré otra historia y así sucesivamente.
« Basta de tontunas, dijo el rey; todo eso son cosas que no se comen ni con cuchara ni con tenedor. Siga la otra.
— ¡Psch, psch! » se oyó de pronto.
Una ratita, la cuarta de la partida, la que se habia creído muerta, acababa de entrar en la cocina. Se precipitó como una flecha en medio de la asamblea, derribando el asador cubierto con un velo negro, que se habia colocado allí en recuerdo suyo.