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Página:Los asadores en sopa.djvu/70

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ALGO.

claridad, todos acudieron para salvar á la pobre mujer que suponian iba á ser quemada viva. No hubo ni uno que no se precipitase hacia el dique ni el ruido de los pasos y casi al mismo tiempo un espantoso estruendo resonó en los aires, ruidos sordos, descargas eléctricas, como cañonazos. La marea subió, levantó el hielo y lo rompió. Pero no habia nadie sobre él. Los habia salvado á todos.

« El espanto, el esfuerzo que tuve que hacer, el frio glacial que se apoderó de mí acabaron con mi triste existencia y hé aquí como he llegado á la puerta del cielo. He oido decir que se abría á veces para pobres criaturas como yo; no tengo amparo, no existe mi casa; ¿me recibirán aquí? »

Acababa de pronunciar estas palabras cuando la puerta del paraíso se abrió de par en par y un ángel introdujo á la pobre vieja. Esta dejó caer una pajita de las que habia en su cama cuando la prendió fuego. La paja se cambió en oro puro, creció en un segundo, echó ramas, hojas y flores y fué lo mismo que un maravilloso arbol de oro.

« Ya ves, dijo el ángel al hablador, lo que esta mendiga ha traído. Y tú ¿qué traes? Nada, yo lo sé; nada has producido en tu vida, ni siquiera un ladrillo. Si pudieses volver á la tierra para fabricar uno, saldria mal hecho, pero sería prueba de buena voluntad, y la buena voluntad es algo. Des-