mero de cuartillas del trabajo del Dr. Rizal, de entre las cuales se ha escojido el parrafo aquí trascrito.
Es seguro que la opinion del Sr. Howell vivirá bastante más que la emitida por Retana.
¿Que dice á esto el "maestro" Retana? ¿es imposible que el nombre del mayor de todo los filipinos figure en una antologia de autores españoles?
De no figurar el hombre del Dr. Rizal, es indudable que obedecerá á ser el primero en la literatura filipina moderna, un tanto, distinta de la española, como lo es la de España de la de los sudamericanos.
Antes de cerrar estas observacioncs á la brillantisima (?) labor de Retana, y como medio de educarlo para que de aqui en adelante su cinismo no sea llevado á la más avanzada postura, bueno será decirle que tan mal anda de investigación que tan frescamente estampa fechas importandole un ardite su certeza, y en cambio hace incurrir á sus lectores en equivocaciones no fáciles de dispensar, en quien á cada instante manera el botafumeiro para darse in-