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Verónica.—¡Oh, qué bestia eres! ¿Acaso no ves? ¿Acaso no me reconoces? ¡Oh, querido mío! Hace treinta años que te espero. ¡Aduéñate!
Pablo Emilio.—¿De qué?
Verónica.—¡Pues de mí! ¡Soy tuya! ¡Dios mío, qué bestia eres!
Pablo Emilio.—¡Pero ésta no es ella!
Verónica.—Sí, soy ella.
Pablo Emilio.—¡Ca!
Verónica.—¡Sí!
Pablo Emilio.—¿Vos? ¿Vos sois la que?...
(Se sienta en el suelo y llora.)
Verónica.—Escucha, todos se han ido ya; me da vergüenza estar aquí sola. ¡Vamos!
Pablo Emilio.—No sois vos.
Verónica.—¿No te digo que sí soy yo? ¡Caramba! Mi marido repite desde hace treinta años que no soy yo. ¡Y ahora éste también! ¡Dame la mano!
Pablo Emilio. (Aterrorizado.)—¡No, no sois vos! ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Me rapta!
TELÓN