tos en estrecha relación con dicha ley, estas críticas afectaban siempre también a los fundamentos de la medida del tiempo.
En esta ley de la inercia que dice: Un cuerpo no sometido a influencias exteriores se mueve con velocidad constante siguiendo una trayectoria rectilínea: hace falta determinar dos elementos esenciales, la referencia del movimiento a un sistema de coordenadas determinado y una medida determinada del tiempo; sin medida del tiempo no se puede hablar de una velocidad constante, es decir, de movimiento uniforme.
Según una idea propuesta por C. Neumann se ha empleado la misma ley de inercia para dar una definición de la medida del tiempo, formulándola así 11: «Dos puntos materiales, de los cuales cada uno se abandona a sí mismo, se mueven de tal manera que, a longitudes iguales de trayectoria recorridas por uno de ellos, corresponden siempre longitudes iguales de trayectoria del otro». Fundándonos en este principio, en el cual la medida del tiempo no entra explícitamente, nosotros podemos «definir intervalos iguales de tiempo como aquéllos, dentro de los cuales un punto abandonado a sí mismo recorre longitudes iguales de trayectoria».
Han adoptado también este punto de vista en investigaciones posteriores sobre la ley de inercia, por ejemplo, L. Lange y H. Seeliger. También Maxwell (en «Matter and Motion», «Materia y Movimiento») ha escogido esta definición. En cambio, especialmente H. Streintz 12 (siguiendo a Poisson y d'Alembert) ha exigido desligar la medida del tiempo de la ley de inercia, puesto que las hipótesis en que radica el concepto de tiempo tenían un fundamento más profundo y gene-