masa μ con respecto a las masas m, m', m''...., a las distancias r, r', r'' es igual a cero, o
La última expresión es equivalente a la primera, mientras se consideren sólo grandes masas en número suficiente y suficientemente distantes....» Pero esta manera de formular tampoco puede satisfacer. Además de una cierta precisión le falta también el carácter de ley de contacto, de modo que su elevación a la categoría de ley fundamental (en vez de la de inercia), no viene al caso.
La causa interna de estas dificultades se ha de encontrar seguramente en una insuficiente conexión entre los principios fundamentales y la observación. En realidad, nosotros sólo observamos el movimiento de cuerpos unos relativamente a otros y éste nunca es en absoluto rectilíneo y uniforme. El puro movimiento de inercia es, por lo tanto, una idea deducida por la abstracción de un experimento ideal, una ficción.
Así como puede ser muchas veces fructífero e imprescindible el experimento ideal, así también, sin embargo, siempre amenaza el peligro de que una exagerada abstracción haga que se evapore el contenido físico científico de las nociones en que se funda. Y así sucede aquí. Si en nuestro concepto no tiene sentido hablar del «movimiento de un cuerpo» en el espacio, mientras sólo exista un cuerpo, ¿tiene entonces sentido adjudicar también todavía al cuerpo atributos como el de masa inerte, el cual sólo procede de nuestra observación de varios cuerpos que se mueven unos con relación a otros?