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riquezas, energías y universal prestigio. Inglaterra, Alemania, Italia y Francia acreditan con su conducta la especie de que hay una patria donde está su idioma; y puesto que aún existe esta ocasión perfectamente racional y positiva de dilatar nuestra soberanía intelectual, aquistando a cambio de reparaciones justas, muchas simpatías, afectos y precioso tributo lingual en una raza trabajadora, de fidelidad histórica sin ejemplo, que se halla diseminada por muchísimas naciones del mundo civilizado y del Oriente, sería la mayor de las torpezas, y la más lamentable de las imprevisiones, dejar que esto se perdiera, y que, pasados más ó menos lustros, hubieran adquirido otras naciones para su medro lo que nosotros tuvimos y menospreciamos. Raro y muy censurable hecho es el de que, mientras Francia, Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos fomentan en sus escuelas la enseñanza del español, poniéndole á la altura de otros idiomas necesarios en la concurrencia social, lo cual hacen sirviendo á sus fines especulativos, nosotros no hayamos parado aún mientes en tales materias, ni realicemos aquello que menos iniciativas, sacrificios y energías nos demanda.

Eso de que haya—de una parte—por el mundo, en situación estratégica ideal, más de medio millón de familias que se llaman españolas, las cuales se