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en la última Asamblea de la Alianza Israelita, durante la primavera del año pasado celebrada, afirmó que todo hebreo pudo leer siempre su Biblia.
Y digo que profesáis inextinguido culto á esta vuestra legendaria madre patria, porque así lo he visto y comprobado oyendo, ora á ilustres, ora á modestos iraelistas; ya navegando por el Danubio, ya mercando en las tiendas de Belgrado, en Servia; ya visitando las sinagogas y escuelas de Bucarest, en Rumania; ya estudiando los hospitales y colegios de Medicina que se reflejan en las aguas vivas del Bósforo y Cuerno de Oro, en Turquía; ya recibiendo sentidas y afectuosas cartas y comunicaciones de hebreos, que desde contrapuestos lugares expresan su culto à este viejo solar castellano, también como vosotros dolorido y castigado por el infortunio.
Salud, brillante juventud israelista española de Viena; yo te saludo, alabo tus esfuerzos por regenerar la lengua de tus mayores, y deseo que se vean coronados por el éxito.
Sí, yo te saludo en mi nombre y en el de muchos millones de españoles, que sentirán espasmos de agradecimiento al saber que hay en luengas tierras muchedumbres honradas, cultas y laboriosas que se llaman españolas y que ensalzan toda-