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CAPÍTULO XXIII.



SIGUEN LAS AVENTURAS DE OLIVERIO.


UE quininetos millones de lobos os desgarren la gola!—murmuró Sikes rechinando lo dientes—Si tuviera algunos de vosotros entre mis manos aullariais con mejor razon!

Y lanzando esta imprecacion con todo el furor de que era susceptible, se detuvo un momento para colocar al pobre herido sobre su rodilla y al propio tiempo volvió la cabeza para ver á que distancia estaba de los que le perseguían.

Esto era muy difícil en medio de la noche y de una espesa niebla; pero los gritos confusos de los hombres, el ladrido de los perros y el toque de rebato que retumbaba en todos lados le sirvieron de ausilio para ello.

—Detente vil mandria!—gritó el bandido á Tobias Crachit que haciendo el mejor uso posible de sus piernas se le habia adelantado ya mucho—Detente!