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to .» Obedece Darío , da la puñalada y acierta al mago .

LXXIX. Muertos ya los dos magos y cortadas sus cabe zas, los libertadores de Persia dejan en palacio á sus dos compañeros heridos , ya porque no podian éstos seguirles, ya tambien con la mira de que se quedasen por guardas del alcázar. Los otros cinco, sanos y victoriosos, salen corriendo de palacio con las dos cabezas en las manos, y lo llenan todo de tumulto y vocería . Convocando luego a los Persas , con las cabezas pendientes de las manos, les van contando apresuradamente lo sucedido , ymatando juntamente por las calles á cuantos magos les salen al encuentro . Los demas Persas, teniendo a la vista la reciente hazaña de sus siete héroes, y patente á los ojos el embuste de los magos, mira ban todos como un deber de honor y de justicia ejecutar otro tanto por su parte, y con el puñal en la mano no deja . ban á vida mago alguno que pudiesen hallar. Tanta fué la carnicería, que sino la hubiese detenido la noche, no que. dara ya raza demagos . Los Persas miran como el más so lemne y memorable este dia , en que celebran una gran fies ta aniversaria , a la que dan el nombre de Magofonia , no permitiendo que en ella comparezcan en público los magos, obligados severamente á mantenerse encerrados en su casa .

LXXX. De allí á cinco dias , sosegado ya en Susa el pú blico tumulto , los septemviros levantados contra los magos empezaron á consultar entre si acerca de la situacion y ar . reglo del imperio persiano; y en la deliberacion se dijeron cosas y pareceres que no se harán creibles á los Griegos , pero que no por esto dejaron realmente de decirse . Acon sejábales Otanes, en primer lugar , que se dejase en manos del pueblo la suma potestad del Estado , y les hablaba en esta conformidad : - « Mi parecer , señores, es que ninguti particular entre nosotros sea nombrado monarca de aquí en adelante, pues tal gobierno ni es agradable ni menos provechoso á la sociedad avasallada. Bien sabeis vosotros