sino al contrario; y para ejecutar esta maniobra basta una cuerda en la punta del palo.
Las velas consistían en nervios de hojas entretejidas con filamentos del árbol del sagú y eran cuadrilongas, de veinte pies de largo por siete de ancho, aunque también suele haberlas triangulares. Cuando no hay viento van arrolladas al pie de los palos; cuando lo hay, las izan hasta la mitad, o hasta lo alto, según sea más o menos recio.
Un largo remo que sirve de timón y un balancín, compuesto de una ancha tabla que pasa de babor a estribor y que, sobresaliendo mucho de los costados del barco, tiene sus extremos provistos de sendos flotadores que descansan en el agua, completan los menesteres de estos pequeños veleros.
En el puente de la piragua más cercana se distinguían varios hombres ocupados en las maniobras de las dos velas, y muchos otros aplicados a los remos.
De cuando en cuando se oía una voz que gritaba: ¡miro! ¡miro!; pero el Capitán se guardaba muy bien de darle crédito. Aquellas palabras que significaban ¡paz! ¡paz! sonaban mal en boca de aquellos salvajes, que parecían dispuestos a caer sobre la chalupa con las armas en la mano.
En vez de detenerse, el Capitán, Cornelio, Horn y el chino habían empuñado los remos y los manejaban furiosamente. Hans estaba en la barra del timón.