Pertenece a la de los paquidermos, y constituye un género particular de la familia de los cerdos, animal éste con el cual tiene gran semejanza.
Difiere de él en tener las patas más largas, el cuello más grueso, el hocico algo caído y los ojos pequeñísimos. Es mucho más veloz que él en la carrera, circunstancia a que debe sin duda el calificativo de ciervo, que forma la segunda parte del nombre con que lo designan los malayos.
No tiene el pelo cerdoso, como el de los puercos, sino corto y lanudo, de un gris rojizo, y tiene la boca armada de dos largos colmillos que se encorvan hacia arriba, en dirección de los ojos del animal.
Viven los babirussas en las selvas de las islas de Malasia, en Ceilán y en Nueva Guinea, y se dejan domesticar si son de poca edad. Los indígenas aprecian mucho su carne, que, en el sabor, se asemeja a la de nuestros puercos monteses.
—¿Lo habéis matado?—preguntó Horn acercándose.
—Le he dado en la cabeza—le contestó Cornelio.
—Cortemos un trozo de él, por lo pronto, y volvamos al lado del Capitán.
—¿No se comerán las fieras el resto?
—Hay pocas fieras en Nueva Guinea, si es que hay algunas, señor Cornelio. Algunos dicen que hay tigres; pero no es seguro.
—Sí; pero hay pitones, cocodrilos...
—No hay que temer. Regresemos, señor Cornelio: