tísimo, por que desde que la ví, aun cuando no nos hemos relacionado, siempre me fué muy simpática.
—Gracias...
Preparado ya el terreno, doña Inocencia se dispuso á iniciar el plan de ataque, cuyos fines la habían llevado á estrechar su amistad con la infortunada jóven, y agregó :
— Sí : en prueba de ello es que he venido no solamente á ofrecerle mis servicios, sinó tambien á proponerle un trabajo para que consiga algunos recursos, por que no le estarán de más, ¿Es verdad, hijita? Yo sentiría ofenderla; pero ¿qué digo? U. no podrá ofenderse: hablo con el corazon en la mano.
Al oír hablar de trabajo, Sofía se alegró y señalando los ponchos, dijo:
— ¡Oh! sí! Yo aceptaré con gusto cualquier trabajo, pues está muy escaso: para conseguir estas costuras me he visto en apuros.
— Y para conseguir eso! - esclamó la vieja indicando los ponchos con aire despreciativo.
Guardó silencio unos intantes buscando las palabras más á propósito para declararse definitivamente, y profirió:
— ¡Ah! ese es un trabajo matador que envía todos los años muchas tísicas al cementerio. El que yo voy á proponerle es mucho más fácil y más lucrativo, co-