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Página:Los trabajos de Persiles y Sigismunda - Tomo I (1920).pdf/39

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CAPITULO IV
DEL LIBRO PRIMERO

Entre los que vinieron a concertar la compra de la doncella, vino con el capitán un bárbaro llamado Bradamiro, de los más valientes y más principales de toda la isla, menospreciador de toda ley, arrogante sobre la misma arrogancia y atrevido tanto como él mismo, porque no se halla con quién compararlo. Este, pues, desde el punto que vió a Periandro, creyendo ser mujer, como todos lo creyeron, hizo disinio en su pensamiento de escogerla para sí, sin esperar a que las leyes del vaticinio se probasen o cumpliesen. Así como puso los pies en la ínsula Periandro, muchos bárbaros, a porfía, le tomaron en hombros, y, con muestras de infinita alegría, le llevaron a una gran tienda que, entre otras muchas pequeñas, en un apacible y deleitoso prado estaban puestas, todas cubiertas de pieles de animales, cuáles domésticos, cuáles selváticos. La bárbara que había servido de intérprete de la compra y venta no se le quitaba del lado, y con palabras y en lenguaje que él no entendía, le consolaba.

Ordenó luego el gobernador que pasasen a la ínsula de la prisión y trajesen de ella algún va-