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Página:Los trabajos de Persiles y Sigismunda - Tomo I (1920).pdf/51

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risueño, me dijo: “Bravo estáis, señor Antonio; mucho le ha aprovechado la plática de Flandes y de Italia, porque en verdad que está bizarro; y sepa el buen Antonio que yo le quiero mucho.” Yo le respondí: “Porque yo soy aquel Antonio, beso a vuesa señoría las manos mil veces por la merced que me hace; en fin, vuesa señoría hace somo quien es en honrar a sus compatriotas y servidores; pero, con todo eso, quiero que vuesa señoría entienda que las galas yo me las llevé de mi tierra a Flandes, y con la buena crianza nací del vientre de mi madre; así que, por esto, ni merezo ser alabado ni vituperado; y, con todo, bueno o malo que yo sea, soy muy servidor de vuesa señoría, a quien suplico me honre como merecen mis buenos deseos.” Un hidalgo que estaba a mi lado, grande amigo mío, me dijo, y no tan bajo que no lo pudo oír el caballero: “Mirad, amigo Antonio, cómo habláis, que al señor don Fulano no le llamamos acá señoría.” A lo que respondió el caballero antes que yo respondiese: “El buen Antonio habla bien, porque me trata al modo de Italia, donde, en lugar de merced, dicen señoría.” “Bien sé—dije yo—los usos y las ceremonias de cualquiera buena crianza; y el llamar a vuesa señoría señoría no es al modo de Italia, sino porque entiendo que el que me ha de llamar vos ha de ser señoría, a modo de España; y yo, por ser hijo de mis obras y de padres hidalgos, merezco el merced de cualquier señoría; y quien otra cosa dijere—y esto echando mano a mi espada—está