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de desde su trono de nenúfares en el espejo del estanque!
¡Canta con la res fecundada y la miés madura; con los frutos rosados, que se abren como labios jóvenes; canta con el tierno corderito de la majada y la madre feliz que lo ha parido!
¡Canta, alma mía, canta con el alma gemela; con la buena alma hermana que vibra, llora, y ríe en un solo impulso contigo! ¡Canta con el candor alegre de la franca sonrisa y con la mirada clara que refleja la serenidad de su dulce sentir!
¡Canta, alma mía, y tiende tus brazos al amor que llega desalado a refugiarse en tu seno; dale abrigo, alma mía, y estimula su creciente vigor!
¡Canta con las lágrimas de dicha que tiem-