Página:Los ultimos romanticos.djvu/19

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flores, bajo una estrella, volvió á plañir en alma:

¿Quién hará, blanco lirio encantado,

Que tu alma al amor se despierte?

¿Será el beso nupcial del amado?

Volvía ella ahora lentamente sonriendo al salón.

—Me había olvidado de hacerme dispensar al levantarme. Perdóneme usté.

—Oh!, estaba perdonada. Sería tan urgente la llamada aquella; ó esperada en ansias:

Recalcó las últimas palabras, con dolor. Ella se echó á reir.

—Bah! Era papá, desde la Asamblea, para decirme que no cena en casa, porque tienen banquete los Diputados.

—¿Y comerá usté sola? qué triste!

—Sóla no, con tía Concha y Toñing.