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—¡El muy... ¡Hala!, dijo la tía, que le den otro plato; como no coma bién que le encierren en la despensa, con los ratones grandes.
Santa palabra. Santo remedio. Toñing formalísimo empezó á comer, á regañadienties, mirando enfurecido á Chilang, que le hizo muecas. Arrojó una cucharita.
—¡Niño!...
Terminada la cena tía Concha en su nocturna encerrona, en la habitación llena de santos y novenas. El niño, que había concluido por dormirse, en descanso la frente sobre el mantel; se lo llevó la criada á la cama, frente á la de Chilang, en el cuarto de Chilang, color de cielos bajo luna
Ella entró, pausadamente; se sentía mal esta noche, no sabía porqué. Había un poco de fiebre bajo aquella piel blanca