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Página:Los viages de Marco Polo veneciano - bdh0000046954.pdf/82

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dos dos cofrecitos de gran precio, los cuales encierran la vajilla del monarca: despues sigue una infinidad de camellos conduciendo los mismos aprestos, y todos desfilan por delante del señor; es cosa digna de verse. Por la mañana, y así que que las mesas están arre gladas, se reunen en la sala de convites los magnates, nobles, astrólogos, halconeros, médicos y oficiales: los que no caben se que dan fuera del palacio, pero en sitio donde el gran Kan los puede ver. El órden es como sigue: primeramente vienen sus hijos, sobrinos y parientes; despues el rey y detras los magnates. Así que todos han ocupado su puesto, se levanta un gran sacerdote y dice en alta voz: «Inclinaos y adorad;» y entonces todos se inclinan hasta tocar con la frente en tierra, rogando en direccion hácia el gran se ñor, y adorándole como si fuera un Dios: esto se hace cuatro veces. En seguida se dirigen á un altar en el que hay una tabla encarnada con el nombre del gran Kan escrito en ella, y lo inciensan con mucha reverencia: hecho esto, vuelven á su sitio. En este momento son presentados los regalos de que queda hecha mencion, realzándolos y alabándolos.

En cuanto el gran Kan los ha visto, empie za la comida en la forma expresada ya.