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ANDERSEN.

bailando delante de ella con los zapatos colorados; sobrecogióse de espanto y se alejó de allí lo mas aprisa que la permitieron sus muletas.

 Vivió en los caminos públicos como una pordiosera, alimentándose con lo que le daban las almas compasivas; las penas la agotaban y no hacía mas que derramar abundantes lágrimas. Al cabo de una semana se dijo: « He sufrido ya hartos tormentos; mi penitencia debe hallarse terminada y creo ser tan digna de entrar en la iglesia como otros que se presentan ante Dios con la cabeza erguida. » Y volvió á tomar el camino de la iglesia, pero á la esquina del cementerio le aparecen otra vez sus piececitos con los zapatos colorados, brincando y dando vueltas. Oprimiósele el corazón y reconoció, por fin, humildemente toda la enormidad de su falla. No fué á la iglesia, pero sí á casa del cura suplicando que la confesara y recibiese como criada para hacer todo lo que sus fuerzas la permitiesen, sin mas salario que un pedazo de pan y un rincon donde dormir.

 El ama del cura se compadeció de ella y la recibió. Cármen dió pruebas de muy buena voluntad, trabajando cuanto podia. Estaba siempre pensativa y taciturna, y por las noches oia con la mayor atencion la palabra del digno sacerdote y oraba con fervor. Á pesar de su tristeza y taciturnidad, todos los niños la querian; y cuando oia alabar su linda cara ó gracioso