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Página:Los zapatos colorados.djvu/19

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LA MARIPOSA


rivalizaba con la rosa, pero se abria hoy para morir mañana, cayendo al primer soplo de viento; un casamiento con un sér tan delicado, duraria muy poco tiempo. La flor del guisante de olor fué la que mas le gustó, por ser blanca y roja, fresca, graciosa, elegante, hacendosa y buen ama de casa. Iba á hacerla su peticion, cuando notó cerca de ella una vainilla en cuya extremidad pendía una flor seca: « ¿Qué es eso? dijo —Es mi hermana, respondió la flor. --- ¡De véras! contestó la mariposa; lo mismo seréis vos un día. Y al decir esto, se alejó velozmente sin mirar atras.

La madreselva dejaba caer sus ramas por encima de un seto; habia en ellas muchas niñas muy parecidas entre sí, con rostros largos y tez amarilla. « ¡Par diez! dijo la mariposa, ¿cómo es posible amar á esas muchachas?» ¿Y él, la mariposa macho, á quién era capaz de amar?

Pasó la primavera y el verano tambien. Llegó el otoño y la mariposa no se decidió por nadie. Las flores ostentaban en esta estacion sus colores mas vistosos, pero en vano, porque no tenían ya el perfume de la juventud; á esta fresca fragancia es á la que son principalmente sensibles los corazones que ya no son jóvenes, y había muy poca en los dalias y en los crisantemos. Así es que la mariposa volvió los ojos hácia la menta, como último recurso. Esta planta no florece, pero puede decirse que