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ANDERSEN.

dijo un dia la mujer - ¿Qué nos importa, contestó el leñador! - No soy curiosa, en general, volvió á decir la mujer, pero estoy impaciente por saber á lo ménos, por qué no poclemos destapar ese plato. Hay, sin duda, dentro, alguna exquisita golosina reservada para el rey solo. - Á ménos que sea alguna sorpresa mecánica, dijo el hombre; ha y quizá algun resorte que, al menor contacto, hará disparar un pistoletazo que se oirá en todo el palacio. - ¡Dios mio! que estás ahí diciendo, replicó la mujer, que no se atrevió entónces ni aun á mirar el plato. »

« Pero á la noche siguiente, vió en sueños al dichoso plato tapado levantarse por sí solo en el aire y quedar suspendido, exhalando un olor delicioso que recordaba el ponche mas exquisito que pudiera beberse en una heda. Brillaba en el fondo una gran medalla de plata en la cual habia grabadas estas palabras: Si bebéis mi licor, llegaréis á ser los mas ricos del universo y todos los demas serán unos pobretes al lado vuestro. »

« Despertóse en este mismo instante y contó á su marido este hermoso sueño. « Eso no prueba mas que una cosa, le respondió, y es que tienes pu estos tus cinco sentidos en ese plato. »

¿ Cuando se sentaron de nuevo á la mesa, dijo ella: ¿Por qué no levanlariamo s un poquito la tapad era