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Página:Los zapatos colorados.djvu/56

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ANDERSEN.

- Tomó entónces la palabra el agavanzo, y con voz bastante baja por ser algo silvestre y nada comunicativo, dijo sin timidez: « Me parece que á quien se hubiera debido conceder el primer premio de honor y aun el segundo, es al rayo de sol, pues en un abrir y cerrar de ojos recorre el inmenso espacio que média desde el sol á la tierra, y pierde tan poco de su fuerza, que él es el que anima toda la naturaleza. Á él es á quien yo y las rosas mis hermanas, debemos nuestro brillo y perfume. La sábia é ilustre comision del certámen ni siquiera se ha acordado de esto, Si yo fuese rayo de sol, les arrojaría un rayo de calor que los volver ía locos.

» Pero no iré á criticar en alta voz su fallo. Es dulce vivir y florecer junto al verde y fresco soto y no hoy necesidad de andar en vanas disputas. Por otro lado, el rayo de sol tendrá su desquite porque vivirá más tiempo que todos nosotros.

- ¿Y en qué consiste el primer premio? interrumpió una voz que salia de debajo tierra, y era la de un gusano que acababa en efecto de salir de su agujero, donde habia dormido hasta entónces, sin lo cual hubiera concurrido al certamen.

- El vencedor, respondió el mulo, tiene derecho de entrar, toda su vida, en una huerta sembrada de coles y de saciarse en ella hasta más no poder. Yo soy quien he propuesto este premio, porque habiendo