atemorizadas salieron de sus guaridas preguntándose mutuamente: « ¿Qué visitas serán esas que son causa de un estrépito tan infernal? »
De repente se abrió la colina, y se vió aparecer á una vieja princesa, parienta lejana del rey de los olmos,que era la que gobernaba la casa. Llevaba en la frente, como diadema, un corazon de ámbar. Trotaba, corria, galopaba, como quien ha de recorrer un largo camino. Iba á la orilla del mar para buscar al cuervo de las noches, al espíritu maligno que habian echado la víspera del viejo castillo, que frecuentaba, y que íué desterrado por mil años bajo esta forma.
Le halló graznaudo encima de una roca y le dijo: « Mañana por la noche estáis convidado á una gran fiesta que da el rey en su casa, ¿Tendriais la bondad de encargaros de distribuir algunas esquelas de convite? La función será espléndida; tendremos huéspedes de la mayor distincion y una docena de mágicos á lo ménos.
- ¡Bien! ¿Y á quién debo convidar? dijo el cuervo.
- Para el gran baile se dejará entrar a casi todo el mundo, aun á los hombres es decir, á los sonámbulos. Pero para el banquete queremos a sólo lo más escogido de la sociedad. Yo opinaba que no se debian convidar á las simples fantasmas; no quería más que espectros que han representado un papel en la historia.